Incursiones: desde las primeras en Añazo hasta la expedición de la conquista de Tenerife (1464 - 1492)
1464: Diego de Herrera (y Ayala). 1416 Sevilla - 23 de junio de 1485, Fuerteventura.
Hijo de pedro García de Herrera y Rojas (Mariscal de Castilla y Señor de Ampudia) y de María de Ayala y Sarmiento (Señora del Valle Ayala) se trasladaron a Canarias en 1455.
En 1488 se casó con Inés Peraza (de las Casas) y tuvieron 5 hijos. El 10 de octubre de 1475 llegaron a un ajuste con los Reyes Católicos, firmado en Sevilla, renunciando Inés Peraza a sus derechos de conquista de las Islas Mayores a favor de la Corona, a cambio del señorío sobre las cuatro menores.
El desembarco en Añazo
Diego de Herrera armó una expedición con tres navíos formada por 500 hombres de armas entre ellos numerosos naturales bautizados.
Desembarcó con 400 hombres a 21 de julio de 1466, "en un puerto que llaman el Bufadero", dejando 100 hombres en los barcos.
Miles de guanches al divisarlos acudieron "alborotados" y "queso Diego volverse a embarcar con su gente y por no mostrar cobardía, se valió de su buen discurso, envió un soldado que sabía la lengua en aquella tierra por embajador, a los nueve reyes que juntos con sus vasallos estaban en aquel puerto, a que les dijese, que su venida a aquella isla no iba a pelear con ellos, sino a hacer paces, en nombre del señor Rey D. Enrique de Castilla".
Escenificación del acuerdo
Los nueve reyes hicieron reverencia y le besaron las manos, reconociéndole por Señor, de toda la isla "Ysla de Theneriffee".
"Y luego Juan Negrín rey de armas levantó el pendón y dijo a altas voces tres veces Tenerife, Tenerife, Tenerife, por el rey Don Enrique de Castilla y de León y por el generoso caballero Diego de Herrera, mi señor.
Luego avanzó Diego cerca de dos leguas, hacia la La Laguna acompañado por los menceyes, hollando la tierra con sus pies en señal de posesión y cortando ramas de los árboles, alzaba piedras poniéndolas de una a otra parte, riéndose los guanches de las ceremonias que Herrera hacía, al no comprender su significado".
1464. Acta del bufadero. Sábado, 21 de julio. El Bufadero.
Se conserva en la actualidad en el Archivo histórico provincial de Tenerife, un traslado mutilado del Acta del Bufadero, es decir, una parte de las transcripción completa realizada por el historiador y genealogista tinerfeño Juan Núñez de la Peña, inserta en su obra Conquista y antigüedades de las Islas de Gran Canaria (...), publicado en 1676. Libro I, Cap. IX.
Trascendencia
Los pactos firmados con los indígenas de Canaria y Tenerife, prometiendo vasallaje al señorío de las Islas de Canaria, dependiente de la Corona de Castilla, pudieron ser una estrategia de los señores castellanos del Archipiélago para reivindicar su posesión frente a Portugal.
"A los señores les resultaría irrelevante que los aborígenes llegasen a comprender el significado preciso del pleito homenaje. Para los guanches, no pasaría de un extraño ritual, prólogo de ciertos beneficios brutos pactados".
El acta
Las circunstancias de la firma no están claras, aunque el texto original explicita que los menceyes aceptaron ser vasallos de Herrera, algunos historiadores lo consideran solo un tratado de paz, mientras otros apuntan que todo el episodio fue una farsa en la que los castellanos engañaron a los guanches para obtener una certificación escrita de su autoridad sobre la isla, o que los menceyes simplemente no entendieron el significado del documento.
Enrique IV de Portugal, atestigua en su real cédula que Diego de Herrera había demostrado documentalmente ante el Consejo real, la posesión de Tenerife y Gran Canaria, y la obediencia de sus habitantes al señorío, por el "Acta del bufadero".
Sorprendentemente, los nombres de los menceyes guanches no fueron recogidos en el documento, "sólo sus reinos": Taoro, Goymad, Naga, Arona, Taroconta, Benicod, Dexe, Tegueste y Daute, extraña circunstancia en un acta o tratado de paz.
1466. Sancho de Herrera "El viejo" (1422 - 23 de octubre de 1534, Teguise).
Tercer hijo de los cinco que tuvieron Diego de Herrera e Inés Peraza (Señora de las Islas Canarias entre 1452 y 1503 y reina Intitulada de las Islas Canarias entre 1452 y 1477).
Por disposición de su madre, le correspondió parte de las islas de Fuerteventura y Lanzarote (de la que fue gobernadora), además de heredar rentas y jurisdicciones en Lanzarote, Fuerteventura e islotes de Alegranza, Lobos y Santa Clara.
El desembarco en Añazo
Sancho de Herrera desembarcó en 1466 con 80 hombres y con el encargo de su padre de construir un "torreón y una ermita", con la idea de dominar Tenerife, pero no supo mantener las buenas relaciones con los menceyes de la isla, ya que al parecer, ahorcó desde el torreón a cinco aborígenes, por lo que Serdeto, mencey de Añaga, sitió el torreón a la cabeza de 1.000 guanches, obligando a Herrera a capitular y a embarcarse precipitadamente durante la noche.
La torre quedó abandonada, sin que se tengan más noticias sobre su paradero ni de la ermita, aunque posiblemente fueron destruidas.
La primera torre de Añazo
No sabemos con exactitud donde se construyó, o al menos intento construirse, esa torre o proyecto de Torre en Añazo, solo conocemos que estaba "a la parte del Bufadero".
Sin embargo, todo parece apuntar a que ese lugar pudo ser el mismo donde se construyó la fortaleza vieja y más tarde el Castillo de San Cristóbal, y que nada tiene que ver con el lugar del bufadero actual, sitio del todo inadecuado para ubicar una torre, y que por el nombre que se dio al "Pacto del Bufadero", ha sido confundido reiteradamente con el lugar donde pudo emplazarse.
Pedro de Vera. Armadas entre 1483 y 1490
Vera culminó la conquista de la Isla de Gran Canaria y participó activamente en la guerra de Granada a finales del Siglo XV. Fue regidor de Jerez y Gobernador de Gran Canaria entre el 4 de febrero de 1480 y el 30 de marzo de 1491.Armadas contra Tenerife
En 1484 los Reyes Católicos concedieron a Vera la merced de quedarse la mitad del quinto de esclavos, ganados y bienes que se hicieran en las razias de las islas de La Palma y Tenerife, aún insumisas, así como en Berbería.
De personalidad siniestra, cruel, injusto, disciplinado, despótico y sanguinario, Vera fue un capitán con "larga experiencia" en cabalgadas, depredaciones, asaltos y comercio de esclavos.
En 1485 vendió a los ingenuos canarios que se entregaron para ser bautizados, y continuó vendiendo a otros, incluso después de su cese.
En 1488 con motivo de la "rebelión de los Gomeros" contra el tirano Hernán Peraza al que asesinaron, su viuda Beatriz de Bobadilla ordenó "la ejecución de todos los mayores de 15 años".
Avisado, acudió Vera en su auxilio y en una sola noche engañó con falsas promesas, apresó y ejecutó a unos 200 gomeros entre hombres, mujeres y niños, con extrema brutalidad.
Vera ratificó las paces concertadas con los bandos guanches de Abona, Adeje y Güímar, en 1489 o 1490, facilitando la expedición para intentar la conquista de Tenerife.
Incursión de Lope de Salazar
En Junio de 1485, comandó una expedición que quebrantando el pacto con el bando de Anaga (Naga/Anagán), terminó con la captura de diversos guanches con seguro (por ser de los bandos de paz) y les robó cantidad de orchilla.
Incursión de Antón Viejo
La operación se repite en diciembre de 1485 por Antón Viejo, apresando más guanches en Tenerife.
Incursión de Juan de Canaga
Se realizaron dos asaltos con presa de esclavos en 1486, uno en febrero y otro en abril, registrados en las cuentas, sin señalar armador.
Vídeo: incursiones en Tenerife
Guerra y Arévalo. 1484 y 1491
Las cabalgadas en tierras de infieles era un derecho públicamente reconocido, mientras la corona o la iglesia católica no proclamasen interdicciones totales o limitadas.
Según Rumeu de Armas, esta fue la razón de que los capitanes y armadores, tanto de las islas de realengo como de señorío, pudieron practicar entradas en los bandos de guerra de Tenerife, con la expresa obligación de liquidar los quintos (impuestos) ante los receptores reales. Este derecho queda atestiguado por la carta de comisión a Fray Antón Cruzado así como la prohibición de entrada a los capitanes de Gran Canaria, a Inés Peraza y a su hijo Fernán Peraza, siempre y cuando mediase seguro con los bandos indígenas de Tenerife y La Palma.
Armada de Fernán Guerra
Antes de 1485 en una de las incursiones en Tenerife, murió a manos de los guanches Fernán Guerra, vecino de Lanzarote y adalid de la conquista de Gran Canaria.
Su hija confesó que su padre "era un hombre que sabía mucho de las islas y realizaba numerosas incursiones como almogávar (soldado especialista en atacar por sorpresa)" y denunció a Inés Peraza (su antigua señora) como una de las responsables de la muerte de su padre porque durante la incursión en Tenerife "Doña Inés envió a decir a los que de la dicha isla que se guardasen de su padre porque les vencería, como a los de Canaria, y que debían matarlo".
Fernán Guerra desembarcó en Tenerife acompañado por unos amigos y con alformas (mediadores intérpretes, bajo garantía de seguro) donde fue sorprendido y derrotado.
En otro pasaje insiste en que "lo mataron los guanches súbitamente y a traición, cuando fue a Tenerife a conquistar y saltear".
Armada de Benito Arévalo
En el año 1491, Benito de Arévalo, vecino de Telde, Gran Canaria, realizó una cabalgada contra Tenerife.
De esta incursión solo conocemos que "Benito de Arévalo falleció de esta presente vida, cuando murió en una armada que hizo a la isla de Tenerife".
Francisco Maldonado - 1492
Continuaron las cabalgadas y razias contra la isla de Tenerife, debilitando a sus naturales y provocando que se retirasen de las costas hacia el interior de barrancos y montañas, para protegerse y evitar ser apresado como esclavos.
Armada de Francisco Maldonado
Los cronistas recogen sin excepción otra importante cabalgada que acometió, en 1492, el pesquisidor Francisco Maldonado, quien llevó personalmente el mando de la operación.
Fray Alonso de Espinosa la registra en estos términos: "Francisco Maldonado (...) envió a apercibir a Pedro Hernández de Saavedra (...) para que juntos entrasen en Tenerife; y concertadas y juntas sus gentes, se embarcaron (...) y en ella tomaron tierra (en el territorio de Añazo) (...). Maldonado, no acostumbrado a estas entradas, se adelantó, y habiéndolos acometido, se metió con ellos con tan mala orden que los naturales le rompieron y desbarataron y le mataron cuarenta hombres, y si no acudiera a socorrerlos Pedro Hernández de Saavedra con su gente puesta en buena orden, le hicieran mucho más daño (...)".
Afortunadamente para los invasores llegaron refuerzos: "Mas llegando Pedro Hernández, recogió a los de Francisco Maldonado que venían desbaratados, y arremetió contra los guanches con tanto ánimo y orden que les resistió su desordenada furia y acabó de recoger todos los de Canaria, y con ellos se retrajo lo mejor que pudo".
Regresaron con los ánimos maltrechos: "viendo que desta vez no podían hacer cosa de provecho, se tomaron a embarcar con mucho daño".
Un rumor
Viera y Clavijo hace eco de un rumor relativo a la conducta del escarmentado pesquisidor, asegurando que Maldonado después de esta aventura, solía decir: "¡No más pleitos con los guanches de Tenerife!".
Conquista: desde los preparativos de la conquista hasta la Fundación (1493-1494)
Alonso Fernández de Lugo, gobernador de la isla de La Palma, recibe una Merced el 24 de diciembre de 1493 de la gobernación de la isla de Tenerife por mandato de los Reyes Católicos. Cuatro días después recibe otra para trigo y pertrechos y poder "para que después de ganada la isla de Tenerife y reducida a la obediencia y servicio de SS.AA., se pueble con 300 vecinos, dándoseles a cada uno tierras y heredamientos según la calidad de su persona, con la obligación de que residan en la isla con casa poblada, por espacio de cinco años, no pudiendo venderse en este tiempo los heredamientos y bienes que allí se les dieren, y debiendo también dárseles carta de vecindad y de donación".
Alonso de Lugo inició la conquista de Tenerife con licencia de los Reyes Católicos, y con la colaboración de algunos socios particulares que se financiaron la organización y el mantenimiento de la expedición.
La flota de transporte
El 29 de diciembre los Reyes Católicos disponen que Íñigo de Artieta (Capitán general de la armada) organice el transporte del ejército expedicionario, que será llevado a cabo por la armada de Vizcaya, "para que lleve a Tenerife, antes de mediados del mes de marzo de 1494, 1500 peones y 100 jinetes de estos reinos y 400 peones y 60 jinetes de las islas de Canarias que ya están pobladas por cristianos, así como 1000 cahíces de trigo y harina, 300 cahíces de cebada, 2000 quintales de bizcocho, artillería, herramientas, bestias y demás mantenimientos".
Alonso de Lugo que mantenía una deuda con Artieta a cuenta de los quintos de la invasión y conquista en la Isla de La Palma, fue exponiendo una serie de excusas y dilaciones, hasta que finalmente, tuvo que arriendar naves de otros propietarios particulares...
A primeros de mayo de 1494, la armada compuesta por 15 embarcaciones (30 según Lugo), transportando al ejército de invasión, partió desde Las Palmas de Gran Canaria a la conquista de la isla de Tenerife.
Capitulaciones 1493
Es una tipología de escritura pública formalizada para “descubrir, explorar y conquistar” o para “pacificar y poblar”, en la que se establecían los términos por los que los reyes otorgaban a un particular el privilegio de conquistar y gobernar en su nombre, un territorio, con las obligaciones de fundar ciudades, villas y lugares; poblar, repartir encomiendas y aplicar la justicia civil.
El jefe y la expedición
Cada expedición quedaría garantizada por las capitulaciones, donde se especifican compromisos y condiciones del jefe y de los sus componentes: aquel con categoría de adelantado, estará obligando a fundar tres ciudades en el territorio y con categoría de alcalde mayor, una.
Se le dará título de adelantado, gobernador y capitán general, y salario durante dos vidas; podía conceder encomiendas, y para el mismo, repartimientos en cada pueblo fundado. Gozaba de jurisdicción civil y criminal, hasta que los puestos pasaban a ser cubiertos por funcionarios del Estado. Excepciones de ciertos impuestos, así como facilidades de exportación de esclavos y de armas.
Los expedicionarios
Para ellos se mantendrían los mismos criterios que habían servido para consolidar la frontera atlántica: incentivos de ascenso social y de medidas económicas.
“Los plebeyos se llevan a hidalgos; los hidalgos, a caballeros; los nobles a otras preeminencias”.
Los expedicionarios y sus descendientes obtendrían solares, tierras de labor, y estancias, excepción de impuestos y facilidades de exportación si promovían ingenios de azúcar.
Facilidades a los emigrantes: no se le exigirá información de la gente que se enrolaba, aunque el capitán debía procurar “llevar gente limpia y que no sea de los prohibidos por la ordenanza”.
Y sobre ello, “por honrar sus personas y las de sus descendientes, y que de ellos, como primeros pobladores quede loable memoria, les hacemos hidalgos del solar conocido”.
El adelantado Alonso Fernández de Lugo (Alonso de Lugo)
c. 1456 Sanlúcar de Barrameda, Cádiz – 20 de mayo de 1525, San Cristóbal de La Laguna
Personaje
Hijo segundo de Pedro Fernández de Lugo y de Inés de las Casas, nació hacia 1456 durante el reinado de Enrique IV de Castilla. Hacia 1475 se casa con su primera esposa, Violante de Valdés y de Gallinato, con la que tiene a sus hijos Fernando, Pedro y Beatriz. Este matrimonio finaliza en 1490 con el fallecimiento de Violante. En 1498 Alonso de Lugo contrae segundas nupcias con Beatriz de Boadilla (señora de La Gomera y viuda de Hernán Peraza) enviuda en 1504 sin más descendencia. Se casa por tercera vez en 1514 con Juana de Massiéres, con quien tiene dos hijas, Luisa y Constanza.
Responsable de la incorporación de Canarias a la Corona de Castilla, capitaneó la conquista de La Palma y Tenerife, de las que sería gobernador de San Miguel de La Palma el 8 de junio de 1492, y de Tenerife el 28 de diciembre de 1493. Nombrado por los Reyes Católicos capitan general de Berbería “desde el Cabo de Aguer hasta el de Bojador” y Adelantado de Canaria. En 1510, procurador en las Cortes.
Personalidad
Según Rumeu de Armas, fue valiente hasta rayar en la temeridad; es decir, más esforzado que buen capitán, mejor soldado que estratega; ambicioso y, como tal, andariego e inquieto; rebelde unas veces, sumiso y obediente otras, según las circunstancias. En fin, hábil, mañoso, interesado con pocos escrúpulos, arbitrario, despótico, gran protector de los que su linaje y en el extremo devoto de los santos…
Es el modelo de los conquistadores de todas las épocas, con todas las virtudes y vicios inherentes al cargo…
Sin duda alguna, se merece muchos otros calificativos peyorativos, pero resulta complejo enunciar desde nuestras éticas y morales contemporáneas, a personajes históricos descontextualizados como en este caso.
Alonso de Lugo no fue ni el mejor ni peor que otros conquistadores y gobernadores de su época, pero si materializó la máxima maquiavélica de que “el fin justifica los medios”.
Primer desembarco 1494
Alonso de Lugo decidió desembarcar en Azaño, lugar donde lo habían hecho las incursiones anteriores desde 1464, además de ser su fondeadero el mejor resguardo y más cercano al lugar de partida de la conquista, y donde se habían realizado acuerdos y pactos con el bando de Anaga, motivo por el que pudieron saltar a tierra con tranquilidad y preparar un campamento real, incluso contando con la colaboración de los bandos de paces.
Primer desembarco del adelantado
La playa de Añazo fue la base logística de la expedición y el punto de partida de las operaciones militares. No existe acuerdo sobre la fecha exacta del desembarco, aunque todo parece indicar que esta entrada se produjo en torno a abril o mayo de 1494.
Parece obvia la posibilidad de haberse utilizado simultáneamente dos puntos diferentes y poco distantes, para el desembarco, “Puerto caballos” (que también se llamó a la desembocadura del del Barranco de Añazo, luego de Santos) y “Caleta de Negros”, en la desembocadura del Barranco del Hierro.
Este lugar se convirtió en el primero de la isla poblado por los conquistadores, desde el inicio mismo de la conquista.
Afirmándose por tradición que el día 3 de mayo, fiesta de la Cruz, se celebró la Santa Misa en el campamento, dando su nombre a la Villa de Santa Cruz.
El ejército invasor
Según el testimonio del propio Alonso de Lugo se emplearon 30 navíos, para transportar a 1900 peones y 160 caballos, incluyendo un contingente de naturales canarios al mando de Pedro de Maninidra y otro de gomeros, aportado por los Condes de La Gomera.
También se incluye en el total, un grupo de guanches aportados como auxiliares, por los menceyes de Naga (Anaga), Goymar (Güímar), Abona y Dexe (Adeje), pertenecientes a los “bandos de paz” que podemos cifrar en unos 600 guerreros.
Campamento real 1494
“Del árabe Rahl, en andalusí “Rahál” – “Campamento temporal de un ejército de campaña” (Suma Geographia de 1530, Fernández de Enciso).
El Campamento o Real
Basado en el campamento romano ideal, se construirá muy rápida y ordenadamente, protegiéndose con un palenque permetral (empalizada de madera) y plantando las tiendas de campaña. De la planta rectangular, con cuatro puertas centrales protegidas por una torre y dividido en sectores. En el cruce central se ubicaba al capitán – general, altar, oficiales y alguaciles, dando a la calle Traviesa (principales), que partía en campamento en dos mitades uniendo las puertas laterales (dextra y sinistra). A su espalda la plaza. La calle capitana desde la puerta de vanguardia (praetoria) al centro, donde se ubicaba el grueso del ejército. La calle de provisión desde la puerta de retaguardia (decumana) a la plaza, lugar para la caballería, tropas auxiliares, armas, mercaderes y ganado.
Real de Santa Cruz
Tras las primeras incursiones de exploración en el territorio de Añazo, se aseguraron las fuentes de agua, y se determinó el mejor lugar para construir el campamento y defenderlo con su torre y empalizada.
Despejaron el terreno de vegetación y piedras, procurando dejarlo lo más llano posible, en la zona comprendida entre barrancos, junto a la desembocadura del río (hoy barranco de Santos) y el barranquillo del aceite (hoy calle Imeldo Serís), controlando el vado de la costa, en territorio “amigo” del bando de paz de Anaga, al norte (izquierda aguas abajo).
Una vez consolidada la cabeza de playa para el desembarco seguro, se dio aviso a la armada a comenzar la expedición de conquista.
Desembarcaron por los puntos más seguros, entre la propia desembocadura del de Añazo y la caleta, y en la desembocadura del barranco (hoy del Hierro), por donde lo hicieron los caballos y jinetes (luego “Puerto Caballos”).
Hoy ese lugar lo ocupa principalmente la Parroquia matriz en Nuestra Señora de la Concepción.
Navegación 1494
En torno a 1500 surcaban las aguas canarias naos, carabelas o carabelones, barcos de alto bordo más apropiados para el océano que las galeras y galeotas a remo utilizadas en el Mediterráneo.
El mejor aparejo para cruzar el Atlántico con grandes olas y vientos de popa (como el Alisio moderado), era el de cruz de velas cuadras, siendo los de velas latinas (triangulares) más inestables pero mejores para navegar a contraviento en travesías entre islas y la costa africana. Aunque en el mejor de los casos no podían remontarlo en un ángulo menor de 80º.
La difícil aproximación a la costa supuso la localización de los principales puertos y fondeos al Noreste de las islas a excepción de cuando arreciaba el viento del sur, debiéndose atracar en el norte de la isla.
Aproximación y fondeo
Juan Escalante de Mendoza, en su Itinerario de navegación de los mares y tierras occidentales, nos indica a la forma de correr el Alisio:
“Quien quisiese entrar en él (fondeadero de Santa Cruz) puede yr aluengo de tierra hasta ver las casas del pueblo, y en llegando a diez y ocho brazas debe surgir, porque estará en fondo limpio”.
Añadiendo el tinerfeño Tomé Cano en Arte para fabricar, fortificar y aparejar naos:
“Todas las naos quieren, tener a cuatro por ciento de ancla y de cable, no siendo el cable de más de ochenta brazas”.
Curiosamente, coinciden las 18 brazas castellanas (30,94 m.) con el límite de la plataforma insular y el veril sobre el que descansa el actual muelle sur del Puerto de Santa Cruz, donde se ubicaba el fondeadero general.
Imaginamos el puerto en continuo movimiento, frecuentado por diversas embarcaciones, unos en tránsito y otros esperando cargamento, aferrados al fondo con sus proas apuntando hacia Anaga, mientras que pequeñas chalupas y bateles (barcos auxiliares) iban y venían cargadas en pasajes y mercancías.
La fundación 1494
Por tradición se afirma que el día 3 de mayo, fiesta de la exaltación de la Cruz, se celebró la Santa misa en el campamento de Añazo, dando su nombre a Santa Cruz, que desde su origen fue fundada como villa, en tierras de Anaga.
La fundación
Elegido un lugar saludable y dando muestra de que se conoce el serlo, fértil y de abundantes frutos y mantenimientos.
“Fundar y poblar, premisa para dominar”
Elegida la tierra y lugar en que se ha de hacer nueva población, el gobernador declara si ha de ser ciudad, villa o lugar”.
“Quien no poblare no hará buena conquista no conquistando la tierra no se convertirá la gente, así que la máxima del conquistar ha de ser poblar” (López de Gomara).
La fundación implicaba otros actos de apropiación, como el dar nombre a la localidad.
La importancia de la gesta militar como acto fundador, justificó que ciertas ciudades identificaron su verdadero nacimiento a un episodio guerrero posterior a su fundación histórica, como Santa Cruz de La Palma o San Cristóbal de La Laguna.
Orden y jerarquización
El acto de conquista es indisociable del acto urbano; lo militar y lo urbano se juntan para fundar la ciudad.
“España suena con un orden y ese orden es urbano, la jerarquización social está consignada en la jerarquización urbana. La traza como documento urbano donde cada sociedad va escribiendo lo que piensa de sí misma”.
La iglesia implantó también su propio orden, trasladando al “Nuevo Mundo” su tradicional sistema organizativo, donde la cristianización fue la piedra angular en la que se cimentó la justificación del dominio colonial.
Las fundaciones urbanas como base de todo dominio territorial que aspire a ser duradero, y como condición indispensable para que pueda producirse la traslación de la cultura cristiano – occidental.
Cruz fundacional 1494
La cruz fundacional o de la conquista, es de madera toscamente desbastada. Por tradición se afirma que la bajó en sus brazos el mismo Alonso Fernández de Lugo, al pisar por primera vez el suelo de Tenerife, y que la plantó él mismo en el lugar de su desembarco.
La fiesta de la Cruz
Puede asegurarse, sin duda alguna, que la festividad de la "invención de la Santa Cruz" se celebraba en el Puerto el día 3 de mayo desde los primeros momentos de la existencia de la villa.
Desde el 23 de abril de 1513, tenemos su constancia documental. cuando al nombrar el Cabildo guardas para el puerto de Santa Cruz que deben incorporarse el día 3 de mayo, se dice explícitamente "donde se celebra la fiesta", y se añade "que es la fiesta del pueblo".
Hoy su ubicación original se encuentra en la confluencia de la Avenida Marítima y la Calle Bravo Murillo, entre el Edificio Mapfre y el solar de Unelco, muy cerca de la parada del tranvía metropolitano, denominada "Fundación", a propuesta del cronista oficial de la ciudad y miembro de la tertulia Amigos 25 de julio, Luis Cola Benítez.
La Cruz forma parte del escudo heráldico de Santa Cruz de Tenerife, otorgado por el rey Carlos IV, desde el 28 de agosto de 1803.
Todo un símbolo
A pesar de todas las vicisitudes, intereses y olvidos que ha tenido que soportar durante su larga historia, no sabemos mucho sobre ella.
Resulta difícil enjuiciar fría y objetivamente su autenticidad, no sabemos mucho sobre ella.
No está probado que Alonso de Lugo trajese consigo una cruz, pero puede darse por sentado que la traía. La imagen del conquistador que baja en tierra con la cruz en los brazos aparece en circunstancias diferentes, por ejemplo, en la conquista de América. En la historiografía canaria no aparece en los documentos, sino tan solo en la imaginación de los poetas; y, en efecto, Viana es su único fiador. No significa que las cosas no pasaran así, pero tampoco las certifica. "Lo que importa de un símbolo es su valor de representación".
Matanza de Acentejo 1494
El 5 de mayo, Alonso de Lugo levantó el campamento de Gracia y contramarchó al Real de Santa Cruz, para aumentar y mejorar las defensas, ante la perspectiva de una campaña dura y de mayor riesgo de lo que esperaba.
Hacia la segunda quincena del mes de mayo de 1493, el ejército avanzó desde Aguere (La Laguna) hacia Taoro en el Valle de La Orotava. Durante su marcha algunas partidas de guanches de los menceyatos de Tegueste y Tacoronte, les hostigaban por los flancos. En el camino robaron tanto ganado que tomaron la decisión de regresar.
La batalla de Acentejo
En el Barranco de Centejo, donde el cruce de caminos, fueron emboscados por unos 300 guerreros guanches dirigidos por el Achimencey Chimenchia (Tinguaro), hermano del Mencey Kebhi Benchomo. Sonaron unos agudos silbidos y ajuides (gritos guanches) que espantaron al ganado y sembraron el terror entre los invasores. El abrupto barranco inutilizó a la caballería de Lugo, mientras una lluvia de piedras caía sobre sus hombres y los guanches los mataban a golpe de banot. En el fragor de la batalla destacaron por su arrojo y valentía Chimenchia, Sigoñé, Guadafra, Arafo y Tigaiga, mientras el malherido Alonso de Lugo y algunos de sus oficiales huían a caballo abandonando vergonzosamente a sus hombres, escoltados por unos 300 auxiliares de Güímar, al mando de Pedro Benítez el Tuerto. Atravesaron el monte de La Esperanza hacia el Real de Santa Cruz, embarcando al día siguiente hacia Gran Canaria.
En las postrimerías de la batalla apareció Benchomo de unos 3000 hombres encontrando a un grupo de unos 30 soldados refugiados en una cueva, y a un grupo de canarios y portugueses a los que perdona la vida.
La Matanza de Acentejo
La victoria guanche fue una de la mayores derrotas sufrida por un ejército español, perdieron unos 2000 hombres insepultos en el campo de batalla. A Gran Canaria, sólo regresaron unos 60 jinetes, 300 infantes y 300 auxiliares. No se conocen las bajas guanches.
Batalla de Aguere 1495
Tras un segundo desembarco hacia verano de 1495 para preparar el campamento, la torre y una vez consolidada la cabeza de playa, desembarcó a primeros de noviembre el grueso del ejército del Adelantado, con el propósito de conquistar la isla de Tenerife.
Guarnecido el campamento con las fuerzas auxiliares de 500 canarios al mando de Fernando de Guanarteme. El ejército partió de noche y apostó en La Cuesta a los oficiales Juan Benítez y Fernando del Hoyo con una manga de soldados. El grueso llegó al amanecer al Llano de La Laguna.
La batalla de Aguere
El llano campo de batalla se situaba a la entrada de La Laguna (entre Gracia, la Cruz de Piedra, el Tanque Bajo y San Roque), muy favorable a Lugo, que dispuso unos 1170 hombres.
Bencomo, mencey de Taoro, liderando unos 5000 hombres se dirigió con ánimo de cortar el paso a los invasores, mientras el mencey de Anaga se situó en La Cuesta con el objeto de perseguir al ejército cristiano y asaltar el campamento de Santa Cruz. A la derecha de Bencomo, su hermano Tinguaro y a su izquierda, Acaymo, Mencey de Tacoronte (Tagoro).
El duro y encarnizado enfrentamiento duró todo el día; los guanches se batieron con valentía y honor, que resultó inútil ante la superioridad del ejército del Adelantado, apoyado con artillería y caballería. Cayeron en batalla unos 1700 guanches, entre ellos Acaymo, Guadrafet, Leocoldo, Badomoet y Godoreto, frente a los 45 muertos de los de Lugo (15 piqueros, 20 ballesterosy 10 de a caballo). Lo de Acaymo y un herido Bencomo se retiraron. Los auxiliares de Gran Canaria cayeron contra Tinguaro, héroe de La Matanza de Acentejo, que perseguido y mal herido, fue rematado por Pedro Martín Buendía en las laderas de San Roque y trasladado a Santa Cruz.
El cadáver de Tinguaro fue objeto de escarnio, desfigurado y decapitado, por orden de Lugo, enviándose su cabeza en una pica como escarmiento al norte (al cabo Peñón).
Iglesia de Santa Cruz 1494
El cambio de nombre de Añazo por Santa Cruz,



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